Por la ropa íntima que
han llevado las mujeres podemos ver la evolución social que hemos tenido.

Estoy muy de acuerdo
con todo lo que plantea Laura Manzanera en este libro, y es que la mujer no conoció
el concepto de moda hasta que los turistas trajeron el biquini y la minifalda.
El siglo XX es el siglo de la moda, pero durante sus primeros años las
españolas vestían conforme a la moral cristiana, que exigía estar cubiertas
desde el cuello hasta el empeine para no tener tentaciones. La dictadura
franquista aisló a España del mundo, porque les exigieron llevar enormes
sujetadores guateados y rústicas e inmensas bragas de algodón.
Afortunadamente, en
1906 el modisto francés Paul Poiret nos libraría de la tortura del corsé para
llevar prendas mucho más ligeras. También influyó mucho la revista Hogar y Moda que nació en Barcelona en
1909, hizo lo suyo para que conociéramos lo que se llevaba en Londres y en
París, dos ciudades donde la moda siempre ha contado con un gran protagonismo. Y
aunque parezca mentira EE.UU se encontraba en tercera posición con respecto a
estas dos ciudades, ahora podemos encontrar de todo paseando por la Quinta Avenida
de Nueva York.
Pero no todo el mundo
se destapó para enseñar sus pantorrillas, sólo las más modernas o aquellas que
se lo podían permitir comprárselo. Ciudades como Madrid, Barcelona y San Sebastián
fue donde más se atrevieron a llevar estas prendas. Menos mal que vino esta
democracia íntima donde los sujetadores y bragas cambian de forma, de colores
habituales, y sobre todo de tejidos, muchos más sensuales y delicados, donde la
mujer se siente más cómoda.
Y para terminar me
quedo con una frase del sociólogo George Simmel: La moda es una de esas formas con las cuales los hombres, abandonando
lo que es extrínseco al dominio de la colectividad, quieren salvar el máximo
grado de libertad intrínseca."
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