Basta una cara televisiva en la portada, para rellenar ciento setenta y dos páginas de un libro.

Está
claro que cada uno escribe lo que quiere, pero Tania Llasera no se conforma con
la solapa para contarnos su vida. Narra en primera persona, contando las
anécdotas de su familia, de su madre que es inglesa, su padre bilbaíno, que
durante una época del año se marchan a visitar a sus abuelos ingleses a "La Casa del vasco-inglés", que es
como se llama la vivienda y se encuentra al final de un monte del pueblo
alicantino de Jesús Pobre. Allí convive con la naturaleza como Dios la trajo al
mundo; sí, sí, lo que están pensando, desnuda. La mitad del libro es su vida
con pelos y señales. Desgrana desde aventuras de colegio: se casó hasta dos
veces con los más brutos de su clase; hasta el primer vello púbico que le salió
nada más volver de un campamento de Francia. Y de relatar su infancia y su
pubertad pasa de una página a otra al sexo puro y duro.
¿Su
primera vez? Pues se escapó de casa para mantener relaciones sexuales con su
novio y gran amor, como ella lo califica. No sabemos cuándo acaba el relato de
sus vivencias y cuando comienza el manual de sexo que se nos promete en la
portada. Poco a poco, Llasera va sacando lo mejor de sí misma. Con gracia habla
de cuando alguien te deja, de cómo se supera ese estado de desamor, un vacío
del amor que sacia con comida, especialmente el chocolate, ese “sustituto”
apasionado. También da las claves para ligar y que da en el clavo al poner
nombres a los rollos de una noche. Sin duda, es la parte más divertida, la que
me ha sacado un par de carcajadas, porque en ocasiones una misma pone cara a
alguno de esos ligues de una noche. A enumerarlos le ayuda su amigo,
biosexólogo y prologuista David Pla. Por ejemplo, "un amante pinxito o el sexo tipo entremés” son aquellos que te comes
con o sin hambre, “de bocado rápido y con el plus de bajar calorías
emocionales". Estamos en el capítulo titulado "Sexo a la carta", en el que también
se adentra por ese gran desconocido: el orgasmo.
Sin
duda se dirige al público femenino, a pesar de que uno de los apartados hable
de los hombres. Ella habla de su sexo, no del de los chicos. Tal como lo cuenta es natural, pero a veces
peca de excesiva naturalidad, cuando no roza lo soez. Se reitera en
"coños", "hostias" o "casquetes” y lo más suave que
dice es que “la pubertad es una gran
putada".
Al
presentar “El sexo sentido”, Tania Llasera sentenció: "es un libro que he
escrito y eso no creo que sea criticable"; y remachaba que no tenía miedo
a la crítica. ¡Aquí va una!
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